Cantar de los cantares 1:
7. Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma,
Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía;
Pues ¿por qué había de estar yo como errante
Junto a los rebaños de tus compañeros?
10. Hermosas son tus mejillas entre los pendientes,
Tu cuello entre los collares.
17. Las vigas de nuestra casa son de cedro,
Y de ciprés los artesonados.